¿Los dejamos solos en internet? Familia, tecnologías y pandemia

 ¿Los dejamos solos en internet? Familia, tecnologías y pandemia

Punto de partida

Esta nota surge producto de la necesidad, en plena pandemia, de parar la pelota y pensar nuestra propia vida cotidiana y, aún más, la de los familiares que tenemos a cargo. En el contexto de mayor exposición a múltiples pantallas de niños, niñas y adolescentes, sumado al confinamiento que desde marzo provocó la situación inédita de mayor tiempo de convivencia entre padres, madres y familiares con los más jóvenes, nos posibilita pensar en una oportunidad para redefinir nuestro vínculo, como adultos, con y a través las tecnologías que utilizan los más jóvenes. 

Esta nota no pretende contribuir a un “alarmismo” paralizante, cuyo resultado busque prohibiciones y conflictos intra-generacionales, por el contrario, sí pretende plantear algunas preguntas para quitar de la distancia reconfortante a los adultos, que no siempre tienen la oportunidad de problematizar qué nuevos mundos (virtuales) habitan los jóvenes, con quienes se encuentran allí, quienes son sus referentes, que están aprendiendo por fuera de la escuela y que riesgos y oportunidades se entraman día a día.

Para la familia: comenzar el viaje

Pese a la buena voluntad de las escuelas y el sistema educativo por incluir charlas y trabajar con los y las docentes el gran tema de la ciudadanía digital, por lo general cuando existen situaciones asociadas a un caso problemático (Cyberbullyng, Grooming, Sexting), aún hoy existe una cuenta pendiente con las familias: ¿Será que solo vemos problemático lo que tiene una etiqueta, está siendo investigado y/o sancionado? ¿Y si la relación con las tecnologías fuese mucho más cotidiana y compleja para estar atentos incluso cuando no hay, en apariencia, situaciones problemáticas? ¿Podremos pensar en ingresar al diálogo con nuestros familiares más jóvenes a partir de reconocer sus consumos tecnológicos? ¿No es una oportunidad para compartir el código con los jóvenes, conocerlos y dialogar?

En el sitio https://www.pantallasamigas.net/ hay excelentes materiales para trabajar problemáticas asociadas al uso de las tecnologías

Un mapa para navegar un día cualquiera en la vida de un niño o adolescente

El día arranca y termina entre pantallas. La hora la indica el smartphone, tal vez si interesa algún dato climático. Un mundo de “golosinas digitales” se activan, pasaron muchas cosas durante la noche o día de sueño (o tal vez no, pero siempre nos harán creer que sí). Parada obligada: Instagram, nada nuevo. Notificaciones en el grupo de Whatsapp, lectura rápida. La jornada tal vez incluya algún Zoom escolar y algunas horas frente a la computadora para resolver un TP. En el medio algunas sesiones, de unos 10 minutos en Tik Tok, ¡Hay tanto para ver! Merienda y videojuegos: Counter, Among Us, Fall Guys, Fortnite, Call of Duty o el clásico FIFA. Llega el ejército de Youtube con varias recomendaciones para hoy: challenges, recetas o una sesión de aprendizajes sobre el videojuego del momento. Los streamers empiezan con sus anuncios en Instagram y Facebook, aunque ya desde temprano subieron a Twitter algunos posteos. Será una gran noche de video en vivo y un poco de “vida real” tal vez con el Coscu, Momo o Bruneguer. Ahora llegamos a Twicht y tal vez si se pone aburrido volveremos a Youtube o a Steam para jugar y conocer a otras personas. De Instagram, Whatsapp y Tik Tok, para ser sinceros, nunca nos vamos del todo, siempre está, literalmente, todo en nuestras manos (¡Gracias al celu!). Gran dosis de adrenalina, emociones, diversión y charlas acotadas con amigos. Llega la hora de dormir: auto revisión del perfil propio, chequeo de control y uno o dos videitos más. Mañana tal vez haya que subir algo y ver cómo reaccionan los seguidores.

¿Cómo hacemos para comprender la densidad cultural de este párrafo, que no es más que un día común en la vida de un adolescente (con el privilegio del acceso y uso de tecnologías)? ¿Cómo hacemos para no sentirnos abrumados? ¿Por qué debemos entrar en esta jungla de personas, dispositivos, redes sociales, aplicaciones y consumos? ¿Qué mapas que ya conocemos nos podrían ayudar, cuales deberíamos construir?

 

En este video podés conocer algunos de los términos más populares que usan los streamers

Lo imperceptible delante de nuestros ojos

¿Cómo recuperamos la propia experiencia como posibilidad de educación? Por ejemplo, transitar las calles y las plazas, nos brindaron, en tanto adultos, una idea respecto a quienes las habitan, sus riesgos, experiencias y sensaciones. Estas ideas y prácticas las organizamos en diferentes narrativas educativas y en acciones concretas: no dejaríamos a un niño solo en una plaza de noche, porque en parte hemos transitado esa oscuridad. Ahora, ¿Cómo educamos, orientamos, prevenimos sobre lo que no conocemos? ¿De que experiencias virtuales, plazas y calles, por las cuales transitan los y las jóvenes en soledad nos hemos alejado?

Con frecuencia vemos a los niños y adolescentes cerca nuestro pero distantes. Estamos cerca porque los vemos, porque compartimos el espacio con ellos, porque vemos su mirada posada sobre los dispositivos y pantallas en el sofá o sillón, el escritorio de la computadora o en la habitación. Sin embargo, la distancia es evidente, si apenas comprendemos qué es lo que sucede en esas pantallas, las palabras que utilizan para comunicarse, las personas con quienes comparten esos espacios. En general, no somos capaces de pensar en posibles riesgos, o solo podemos imaginar aquello que los medios de comunicación presentan de manera fragmentada, descontextualizada y estereotipada.

Otro ejemplo, el alcohol está catalogado culturalmente como un consumo problemático. Esto significa que aun cuando no está prohibido, beber en exceso puede desencadenar en nosotros una adicción y problemas en la salud. Por eso como adultos regulamos, con narrativas respecto a los peligros y con acciones de control y sanción, el consumo de estas bebidas. Ahora bien, ¿Qué pasaría si nos dijeran que las redes sociales pueden generar una adicción mucho más severa que el alcohol? Si nos advirtieran, además, que las redes sociales pueden causar daños a la salud: trastornos en la percepción del propio cuerpo, angustia y depresión y exposición a situaciones de abusos (que por lo general sí asociamos a los consumos de alcohol y drogas). En este caso, el desconocimiento de ese mundo virtual, que no solo se relaciona con las redes sociales sino con otros consumos tecnológicos, nos impide acompañar a los jóvenes y abrir una instancia de diálogo preventivo de posibles situaciones indeseables. La palabra clave no es prohibición, sino diálogo.

Frente a la tranquilidad que nos genera ver a un niño o adolescente en el living de nuestro hogar, porque creemos que los riesgos están en las plazas, las calles o los locales bailables debemos reconocer que ignoramos que es lo que sucede en esos espacios. 

Al igual que en la plaza del barrio o en otro espacio público, en la virtualidad (sea en un videojuego online o en una red social) llegan diferentes personas, de muchos lugares diferentes y con diferentes intenciones. Con una complejidad, no siempre las identidades de esas personas son de fácil reconocimiento o, en algunos casos, directamente se falsean. La edad, el género, la procedencia pueden ser falsas. En la plaza virtual nunca tengo la certeza de saber quién es quién, o quién se hace pasar por quién.

Por otra parte, y producto de esta diversidad, los lenguajes y palabras que allí se utilizan son imprevisibles, también las acciones de los participantes o los modos de interpelarnos. Pienso en un ejemplo de videojuego de moda, el among us, que tiene una dinámica sencilla: 10 desconocidos entran en una sala representados por un muñequito con un nickname (nombre ficticio), uno de ellos tiene como misión “matar” al resto para ganar, mientras que los otros nueve tienen que hacer diferentes tareas y descubrir quien es el “impostor”. En estas salas, en apariencia inocentes de un videojuego, podrían utilizarse expresiones racistas, sexistas o violentas. Un niño podría entrar en contacto con expresiones que desconoce y lo interpelan, o recibir agresiones. ¿No deberíamos, una vez que dimensionamos estos mundos virtuales, comenzar a dialogar sobre estas situaciones que podrían perturbar a los más jóvenes?

Esto, por supuesto, sin entrar en problemáticas que ya tienen sus propias etiquetas: Cyberbullyng o Grooming a las cuales también los niños y adolescentes están expuestos, aun cuando estén en el escritorio donde se encuentra la compu, a plena vista de los adultos. Una práctica de “groomers” por excelencia es falsear su identidad y ganar la confianza de menores en videojuegos, haciéndose pasar por otro niño/a. ¿No tenemos la responsabilidad de hablar con frecuencia sobre estos temas, así como hablamos de sexualidad, adicciones, alcoholismo? 

Among us discusion
En el juego Among Us es necesario debatir para encontrar al impostor

¡Mi hijo/a  Youtuber! Aprendizajes y oportunidades

Así como podemos pensar en una serie de preocupaciones que tenemos que trabajar y acompañar como adultos, también es necesario empezar a conocer los códigos culturales que hoy son compartidos entre y a través de las pantallas, porque allí se entraman modos de pensar, causas a las cuales defender, decisiones de vida, modos de modelizar el futuro. 

En otras palabras, día a día los jóvenes internalizan modos posibles de vivir que se relacionan con consumos y decisiones. Por ejemplo, nuevos dispositivos y tecnologías son parte de los deseos de los más chicos: mouses gamer, computadoras gamer, monitores verticales, sillas gamer, auriculares. Por otra parte nuevos consumos digitales: monedas virtuales (por ejemplo “Pavos” en Fortnite), suscripciones y compra de videojuegos. Pero también decisiones, por ejemplo la de abrir un canal propio de Youtube para ser “youtuber” o comenzar a “stremear” por Twicht. Es probable que miles de jóvenes, en los próximos años piensen en otras profesiones posibles o en canalizar sus conocimientos y talentos por medios digitales: hacer música por Instagram, hacer humor en Twicht o cocinar en Tik Tok.

Algo de suma importancia, para nosotros como adultos, es como se construyen las verdades y quienes la proveen. La supremacia del buscador Google modifica nuestro rol como proveedores de conocimiento y verdades respecto a la vida. Miles de youtubers, instagramers, tiktokers y streamers dan consejos de como vivir, como resolver problemas de la vida cotidiana, como superar las adversidades propias de la adolescencia. ¿No deberíamos entrar en ese diálogo entre los comunicadores digitales y nuestros familiares más pequeños? ¿No estamos quedando afuera, como consejeros, educadores y formadores, de las problemáticas pero también deseos y expectativas de los jóvenes que también se van modificando?

quiero ser youtuber libros
Diferentes libros, cursos y escuelas educan a los más jóvenes para ser profesionales de Youtube

 ¡Yo no tengo idea de estas tecnologías! Algunos pasos para desandar el camino

Una vez realizado este diagnóstico inicial acompañado por una serie de interrogantes respecto al rol que asumimos como adultos en el contexto de hiper tecnologización de la sociedad y de la vida cotidiana de los niños y adolescentes, nos proponemos empezar a construir un mapa para avanzar, aunque con pocas certezas, en esta nueva cartografía de códigos, valores, referentes, consumos y decisiones de los jóvenes.

 

  1. Hablar para conocer el terreno. Parece una obviedad, pero la pregunta ¿Que hiciste hoy en internet? es el punto de partida para saber cuales es el territorio que vamos a mapear. Allí aparecerán aplicaciones (Instagram, Facebook, Tik Tok, VSCO); personas (Coscu, Momo, Robleis, Vegetta77); palabras (“Buenardo”, “F”, “Lit”, “Impostor”, “streamer”); acciones (“mutear”, “campear”, “upgradear”, “levelear”, “stremear”); y valores para pensar/ interpretar (consumismo, polarización, libertad, ecologismo, feminismo). Acá está el territorio por recorrer, es cuestión de preguntar.
  2. Informarse para describir la geografía. Así como no pensaríamos en llevar ropa abrigada a una selva tropical, ni escalar una montaña de ojotas, la información que podamos reunir es importante. Buscar en los medios que sean necesarios para conocer sobre esos consumos y tecnologías, también para hacer el ejercicio habitual que realizan los más jóvenes: googlear, googlear y googlear.
  3. Recorrer el camino en primera persona. Este es un punto muchas veces resistido por los adultos, porque asocian ciertos consumos tecnológicos a la edad y parece que ciertas aplicaciones o dispositivos están vedados. Esta falacia nos impide pensarnos como sujetos capaces de aprender  y usar las diferentes tecnologías que utilizan los jóvenes. Así como en nuestra experiencia de vida nos hemos adaptado a la evolución tecnológica, ¿Qué nos hace pensar que no podemos abrir una cuenta en Tik Tok? Justamente, si algo tienen estos mundos virtuales es que recuperan todos los conocimientos que ya poseemos de haber usado otras tecnologías similares, sus interfaces intuitivas y fáciles de dominar son una ventaja para quienes recién comienzan. Es cierto que la segunda imposibilidad es respecto de los tiempos que le podemos destinar a usar y aprender mínimamente sobre estos entornos virtuales, dos cuestiones para pensar: 1- ¿No es necesario hacerlo e invertir tiempo en ello? y 2- ¿No hay suficientes tiempos “muertos” en el día para ir explorando, de a poco, estos entornos?
  4. Imaginar otros recorridos posibles. Una vez en el camino, con la aplicación/ red social/ videojuego descargado y los primeros usos, es necesario hacernos preguntas, imaginar escenarios, tratar de pensar con una cabeza de adulto esos entornos, formular preguntas, compartirlas con otros adultos. Esto nos permitirá enriquecer el diálogo, permanente, con nuestros familiares más pequeños.
  5. Proponer nosotros nuevos viajes. En otra palabras, no dejar de dialogar y de tener una actitud propositiva. Les pasará que cuanto más empiezan a conocer la geografía virtual, más se acercarán a sus familiares a cargo. Esas palabras extrañas al comienzo, serán ahora un nexo de entendimiento para habilitar maneras de pensar en conjunto, a partir de lo que sucede en los entornos virtuales, los temas que sean necesarios abordar. También, ser nosotros como adultos quienes propongamos Youtubers, aplicaciones o videojuegos. Es decir, ser parte del diálogo, enriquecerlo y utilizarlo como puntapié para el debate y la formación. 
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Un mapa para recorrer entornos virtuales

 

Algunas ideas finales para continuar pensando…

Hasta aquí nos propusimos recorrer una cartografía nueva, plagada de términos, personas, entornos y desafíos tecnológicos. Reconocimos su importancia, tanto para reconocer potenciales riesgos como para advertir deseos y expectativas de los más jóvenes. Trazamos, además, algunos pasos para desandar el camino, que ojalá contribuyan a dar un empujón inicial a quienes reconocen la importancia de acompañar en las cientos de plazas virtuales, en las cuales hoy muchos niños y niñas transitan en soledad.

Como citar: Alonso, E. (20 de octubre de 2020). ¿Los dejamos solos en internet? Familia, tecnologías y pandemia. alonsoexequiel.com. Recuperado de www.alonsoexequiel.com.ar

Exequiel Alonso

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